Llevaba tiempo esperando  el día de correr en Cazorla, pues tengo  gratos recuerdos  del año anterior por la belleza de los paisajes, un recorrido espectacular y por mi primer puesto senior.  Este año la carrera,  de 109 km y 5621 m+,  era final de la Copa Andaluza  de Ultras,  lo que conllevaba que participara lo mejorcito del Sur y gente venida de otros lugares de España y de Europa ( había un nutrido grupo de Holandeses).
Había previsión de lluvia y granizo y horas antes de la carrera las nubes descargaron toda su furia en la zona temiéndome lo peor.






A las 23:30 daba inicio la salida neutralizada desde la plaza de la Corredera  hasta las Ruinas de Santa María, paso por zona de control, revisión de última hora para comprobar que no me faltaba nada y aguantar los nervios hasta la hora de salida.






A las 0:00 dan la salida con gran afluencia de público animando, cogemos el sendero del Río Cerezuelo hasta el camino del GR-247 que nos lleva al Puerto del Gilillo (1.751m) una subida de 1.000 m en 9 km que, para calentar, no está nada mal. La noche se presenta cálida así que inicio la carrera con manguitos pero pronto me los quito.



                Fotografía cortesía de Javier Palomino Busquets.


Avituallamiento rápido y continuo con un descenso hasta la caseta forestal  de los Rasos avit.2.
En todo momento voy controlando el ritmo pasando los kilómetros y las horas sin apenas sufrir.
 Paso por los avituallamientos de Gualay, La Mesa, Nava del Espino y Calarilla acompañado de un grupo de corredores con ganas de poca conversación pero por no ir solo continuo con ellos.
Comienzo un ascenso ya en solitario hasta coronar e iniciar una dura bajada en la que me dejo llevar hasta el avituallamiento de Collado Bermejo (km 51).
Desde este punto encuentro  la zona más bonita de la prueba,  pues se inicia un descenso hasta la Laguna De Valdeazores( nacimiento del Borosa),  túnel de los Órganos y la zona técnica hasta la central eléctrica donde disfruto de unos paisajes espectaculares con un mar de nubes y unas cascadas y saltos de agua fantásticos.


                      Fotografías cortesía de Javier Palomino Busquets



Son 12,50 km de bajada que me sirven para recuperar y valorar como afrontar el resto de la prueba. Llego al avit. De la Cerrada de Elías (km. 63,80) me como un sándwich con miel y continuo por un sendero de unos 2 km tras el cual le sigue un ascenso jodido hasta el antiguo poblado de Los Villares.  Recuerdo que el año pasado había un pastor con sus cabras. En esa subida tuve un desgaste enorme el cual se acrecentaría durante el resto la carrera.
Poco antes de coronar alcanzo a un corredor con el que hago la bajada hasta la piscifactoría del Borosa (km. 71,53) donde está la bolsa de vida y veo por primera vez a mi familia. Cojo geles de la bolsa, la gorra que está apretando el calor y como algo.
Pregunto a los voluntarios la posición, me comentan que voy el 23, miro el Suunto y son las 09:15, genial!!, solo 15 minutos por encima del tiempo previsto. Me despido de los míos y salgo del recinto. A unos 500 m. noto que algo no va bien, me duele el estomago, quiero vomitar y sabiendo que viene una subida corta pero intensa decido hacerlo. Siento algo de alivio pero dura poco tiempo. Llego al final de la subida para coger el sendero que lleva al Collado de la Carrasca, voy mal, fatal, las piernas me responden bien pero me falta energía, voy mareado me quito los cascos , no tengo ganas de música, veo doble y decido sentarme. Pasan unos 10 minutos desde que estoy sentado y me quito la mochila para coger mi teléfono y  llamar a Rosa para comunicarle que abandono.  De repente,  recuerdo que llevo unas pastillas nuevas de cafeína que había probado un par de veces y no me habían ido mal. Me tomo una y decido comenzar a andar y ver si van haciendo efecto. No me la tomo con idea de que me den un chute extra si no para poder llegar al avituallamiento de Vadillo ( km. 90,70) donde estaría Rosa y abandonar, hay 2 avituallamientos antes pero son zona de difícil acceso y no quiero estar allí esperando.
Llego andando y trotando al Collado de la Carrasca (kmtr.76) solo bebo agua e isotónica, no puedo comer nada. Salgo de allí y,  a los pocos metros voy notando que tengo más energía lo que me permite correr.  Continúo mareado y viendo borroso  pero,  al menos,  puedo correr. Poco antes de llegar al avituallamiento del Peñón de Juan Díaz adelanto a quien sería mi ángel de la guarda y el culpable de que pudiese llegar a meta, JOSÉ MANUEL GARROTE ARJONA, un señor de los pies a la cabeza.
Tras reponer agua en el Peñón (kmn 82,35) y comer unos trozos de sandia termino de coronar e inicio una bajada en la que me alcanza José Manuel. Vamos juntos, nos encontramos alguna pequeña subida pero casi todo es bajada hasta Vadillo Castril (km 90,70). Llegamos al avituallamiento y Rosa al ver mi cara sabe que la cosa no va bien, tiene orden de no dejarme abandonar, pero al verme acompañado de José Manuel se queda más tranquila. José Manuel hace un repostaje rápido pero yo necesito recuperar energía y le insisto que continúe, que no me espere, eso  lo retrasaría en exceso y en ese momento vamos en la posición 19 y 20. Llevamos delante un grupo y el está con fuerza, quiere esperarme y cuando termino de comer ( sólo me entra la fruta)  continuamos.






Sin pena ni gloria llegamos al Puente de las Herrerías (km.95,10) donde mojamos la gorra porque hace bastante calor y  nos encontramos con gente de la maratón que comparten parte del recorrido con el ultra. A partir de ahí comienza un ascenso en el que me pongo detrás de José Manuel para que me vaya marcando el ritmo, paso por momentos malos, llevo unos 20 km en los que solo he comido fruta y bebido agua y,  unido al desgaste de la subida , me está matando. Por fin coronamos el Puerto de los Arenales y comenzamos a bajar por un sendero. José Manuel va en todo momento girando la cabeza para ver cómo voy, bajando el ritmo para no cansarme mucho.


YOU´LL NEVER WALK ALONE


A falta de unos metros para llegar a la Rechita  (km. 101) tengo que parar de correr y continuar andando, he tocado fondo, me tambaleo, tengo mareos, hambre, no veo bien y al verme llegar los voluntarios me preparan una silla para sentarme.  En ese momento me encuentro en un dilema , pienso en dejarlo o en  continuar.  Tengo la sensación de que si me levanto voy a caer al suelo pero si me quedo allí,  con la tormenta encima a punto de descargar,  no podría resguardarme  y no sé cuando podrian evacuarme.  Por otro lado solo faltan 8 km  para la meta pero hay que subir la Mocha que en mi situación sería complicado. Me dan los voluntarios unas  gominolas, fruta y me tomo 2 geles.  Estoy hambriento y parece que me sientan bien, me recupero algo y me levanto, vuelvo a insistir a José Manuel que continúe, como se suele decir “con la boca chica”, no quiero que me deje.  Prefiero ir acompañado y más con la subida que nos queda y la tormenta que nos amenaza. Iniciamos la marcha terminando la bajada que nos enlazaría con las zetas de la Mocha.
Antes de terminar la bajada tenemos que parar para sacar el impermeable pues está empezando a llover. La lluvia dura  poco pues acto seguido comienza a granizar  unas bolas de de un tamaño considerable. Nos pilla en una zona donde hay unos árboles y decidimos (el cansancio no nos hace pensar en el peligro) resguardarnos.  A escasos 50 metros se inicia la subida a la Mocha  y aunque está cayendo con fuerza, decidimos continuar.  Si no tenía bastante ahora nos toca correr con una tormenta de la leche.  Ya que había llegado hasta allí aunque sea termino andando!!!!!!!
Deja de granizar y decidimos continuar bajo una lluvia torrencial con los truenos encima de nosotros. Comenzamos la subida, José delante y yo tras sus pasos,  pasando por regueras de agua que pasan por el sendero por donde vamos. Cada vez llueve más y,  por tanto,  baja más agua por el sendero. No levanto la cabeza en ningún momento,  solo miro las piernas de José e intento imitarle, seguir sus pasos, voy en modo zombi. Tras 1,5 km de subida todo lo que queda es bajada, pero aunque llueve con menos intensidad, la bajada tiene algunas zonas técnicas que unido a las rocas con agua y barro, no lo ponen muy fácil.
 Llevo a mi ángel marcándome la bajada, preocupado por mí hasta que veo el Castillo y La Iruela.  En ese momento todo cambió, me vino el subidón, incluso animaba a José a que acelerada el ritmo pues ya quedaban pocos km y estaba  deseando llegar. El tramo de asfalto que lleva a la Virgen de la Cabeza creo que lo bajé a 4:00. Por fin entramos en Cazorla, vamos callejeando hasta llegar a meta donde me fundo en un abrazo con José Manuel.






Solo tengo palabras de agradecimiento para un señor de los pies a la cabeza que no le importó en ningún momento su posición ni el tiempo. Me acompañó en todo momento, se preocupó por mí, en ningún momento dudó en dejarme solo y,  eso en un deporte como este donde pasas muchas horas solo en carrera y que tan pronto estás con fuerza como estás en tu peor momento, contar con un compañero así no tiene precio.
Gracias amigo.






Gracias también a la organización de una super prueba que ya me cautivó el año pasado y que sin dudarlo volveré,  a todos los voluntarios que sin ellos sería imposible llevarlo a cabo y mas,  con la gracia y la simpatía que trasmiten.
Ahora me tomaré una semana de descanso para coger fuerzas y preparar la Subida Internacional al Pico Veleta.